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GUERRA APACHE

Era el año de 1880, cuando el estado de Chihuahua vivía el recrudecimiento de la guerra apache contra los blancos, desarrollada a lo largo de 200 años, y cuyo principal escenario fue la belleza "bárbara" durante el camino por la geografía de Chihuahua, además del territorio que actualmente ocupa Sonora, Durango y Coahuila, en México, y Nuevo México, Arizona, Kansas, Oklahoma y Texas, en Estados Unidos.

Los apaches habían decidido dar la última batalla por la subsistencia de su raza, rechazando ofrecimientos de paz del Gobierno de Estados Unidos y de los mexicanos, no por la benevolencia de los acuerdos, sino por las humillaciones recibidas en las reservaciones estadounidenses y asesinatos cometidos en contra de su pueblo tanto en un país como en el otro.

La confrontación se daba por las dos formas distintas de ocupar los territorios del norte de América. Los apaches, de vida nómada y dedicada a la cacería de búfalos y bisontes, eran empujados por la colonización blanca al oeste y al sur de Estados Unidos, hasta atravesar las fronteras con México donde librarían sus últimas batallas. Los robos de ganado en haciendas y ranchos mexicanos se convirtieron en su única opción para sobrevivir haciendo inevitable el choque con los chihuahuenses.

Tras la guerra de 1848 entre México y Estados Unidos, las quejas de abigeato y contrabando se incrementaron y la situación se agravó, ya que en el producto de los robos participaba activamente el comercio estadounidense, el cual intercambiaba armas y mercancía diversa a los apaches por ganado. Los apaches verían su derrota en Chihuahua tras el retorno al gobierno del Estado del ganadero Luis Terrazas, en 1880, quien ya en 1863 los había combatido con fiereza. “Estoy persuadido de que ese enemigo, de toda civilización y sanguinario más bien por carácter que por ignorancia, solo cederá a la fuerza material”, decía el terrateniente más famoso que ha tenido el norte de México.

 

EL INDIO VICTORIO

La verdadera culminación del poderío apache se dio bajo el mando del jefe Victorio o Vitorio quien, siendo chiricahua, unificó a numerosos grupos apaches contra los blancos. De hecho, fue un líder invicto, cuya derrota fue la muerte, lo cual acarreó la decadencia de los grupos apaches.

Terrazas puso precio a las cabelleras de los indios y en particular a la Victorio, Cuenta la leyenda que era mestizo, y a la edad de seis años, en 1849, fue raptado en la hacienda de Encinillas, Chihuahua, por una partida apache. Pronto se volvió apache, aprendió la lengua, dominó el caballo a la perfección y se adaptó a la áspera vida del grupo. Siempre perseguidos, siempre en guerra, siempre atacando o huyendo; arrancando cabelleras y sobreviviendo en duras y prolongadas jornadas con carne seca y pinole, el desierto fue su hogar y refugio.

Victorio, para vengar el asesinato de la mujer que sería su esposa, se convirtió en el más sanguinario de los jefes apaches y destacó entre ellos por su postura violenta y extremosa. Con su prestigio ganó el poder sobre Mangus, heredero del poder apache. Bajo su mando se agruparon otros jefes apaches como Ju (también llamado "Loco", Zele, Chato, Jerónimo y Nana).

Entre 1872 y 1880 Victorio se convirtió en el terror a ambos lados de la frontera, donde sendos ejércitos buscaban capturar o matar al jefe apache y a sus guerreros.

 

LA EXTERMINACÓN DE APACHES

Quien logró derrotar a Victorio fue el coronel Joaquín Terrazas, después de perseguirlo durante mucho tiempo por el desierto chihuahuense. Terrazas, al igual que Victorio, fue un hombre extraordinario. Fernando Jordán, en su crónica de un país bárbaro, dice sobre Terrazas: "Fue, en suma, un hombre singular y un personaje de leyenda. A su lado, Búfalo Bill no hubiera sido más que un boy-scout. La árida tierra chihuahuense no ha vuelto a producir un hombre semejante."

Don Joaquín era primo hermano del famoso Luis Terrazas, varias veces gobernador de Chihuahua, cacique y uno de los más grandes latifundistas y hacendados de la época. Sin embargo, don Joaquín era diferente a Luis, sencillo, humilde y discreto, entregado a la tarea de debilitar y acabar con los apaches, a la cual dedicó treinta años,  darles el golpe definitivo.

Sin embargo, cuando los apaches sentían la presencia de las tropas de Gobierno, se movilizaban y cruzaban a Estados Unidos a territorios donde los mexicanos no podían ingresar y en cuanto se retiraban, los indios regresaban a México.

 

 

 

LA HISTORIA DE LA GUERRA APACHE TIENE SU PUNTO CULMINANTE EN: LA BATALLA DE TRES CASTILLOS

En junio de 1880, Victorio, después de un tiempo de correrías en Arizona, volvió a Chihuahua para continuar con más vigor sus ataques en México. Don Joaquín reunió un cuerpo de 350 voluntarios armados, provenientes de distintos puntos del estado.

En este contingente participó un grupo de rifleros tarahumaras, de la comunidad de Arisiachi. Los tarahumaras también habían sido víctimas de los apaches, como represalia por participar en anteriores persecuciones contra los chiricahuas. Victorio llevaba consigo un gran número de familias apaches completas, por lo que su marcha no fue tan rápida. Terrazas empezó a coparlo. En realidad, ya para entonces Victorio se encontraba entre dos fuegos: los ejércitos de México y de Estados Unidos.

Durante la persecución, Victorio decidió descansar en el paraje de Tres Castillos, donde lo alcanzó Terrazas; era el 14 de octubre, zona que se encuentra a unos 150 km al noreste de la ciudad de Chihuahua, dentro del municipio de Coyame, en una región que destaca por su aridez. El camino presenta una serie de inmensas llanuras salpicadas, de vez en cuando, por pequeñas sierras. La aridez es extrema e intensamente bella; destacan los paisajes desbordados de ocotillos, yucas, mezquites, gobernadoras, biznagas y palmillas. Diseminados por las llanuras se encuentran varios ranchos ganaderos, algunos de ellos sobrevivientes de la época apache. 

La batalla se inició por la tarde, cuando quedaron frente a frente la columna de Terrazas y dos grupos de apaches. Contra lo que solían hacer, guerra de guerrillas, los apaches se vieron forzados a una lucha frontal. Las dos columnas avanzaron a toda velocidad. Dos corredores tarahumaras, Mauricio y Roque, se adelantaron, con sus pies ligeros, a la columna de Terrazas y, a escasos 20 m de los apaches, dispararon. Mauricio dio en el blanco e hirió mortalmente a Victorio. La muerte del jefe propició la derrota apache, aunque la lucha continuó toda la noche y parte del día 15. Los últimos apaches resistieron desde una pequeña cueva. No aceptaban la rendición, y muchas horas después fueron aniquilados. Anteriormente, a Terrazas se le llamaba "el azote de los indios", pero a partir de este episodio se le nombró el "Héroe de Tres Castillos". Después de este golpe, la apacharía ya no volvió a recuperarse, aunque continuaron sus incursiones esporádicas todavía hasta 1886. Ju sucedió a Victorio, y posteriormente Jerónimo sucedió a Ju.

Después de 115 años Tres Castillos parece intacto. Aún se conservan las trincheras de los apaches, y los restos de sus campamentos. Incluso encontramos algunos casquillos de bala de la época, sin lugar a dudas vestigios de lucha, así como puntas de flecha, cuchillos de piedra y otras herramientas. En el cerro sur localicé la pequeña cueva donde fueran abatidos los últimos apaches del grupo de Victorio. 

En todo Chihuahua no he encontrado una sola tumba apache. En realidad, Tres Castillos es como la tumba de toda una etnia. Es la tumba de todos los apaches y su epitafio es la naturaleza hostil que la rodea.

El sitio impresiona por su soledad, y la vista se pierde tras el horizonte inmenso. Pues posiblemente por esta razón, les gustaba el desierto a los apaches, pues los horizontes son tan amplios como su libertad.

© 2016 por Alejandro Serrano, Jorge Félix, Danniela Limas, Héctor Juárez, Sergio Quiñones, Elizabeth Cordero, Andrea Diaz con la dirección de:

Lic. Cecilia Valles Salayandía 

 

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