
EL LATIFUNDISMO EN CHIHUAHUA
Se considera latifundio a aquella porción de tierra sin cultivos importantes y con una superficie superior a 5000 hectáreas, que pertenece a un solo dueño o algún grupo de propietarios consolidado en una sola entidad legal. En México el fenómeno del latifundismo, derivado principalmente de la merced y encomiendas virreinales, los dos principales sistemas de repartición de tierras originados en la época colonial, es lo que dio lugar a nuestra revolución, más adelante a la reforma agraria y recientemente a la “contrarreforma”, que consistió en la privatización gradual de los terrenos ejidales. Cabe mencionar que no se trataban de concesiones temporales, si no que eran derechos definitivos y heredables.
Pese a la normalidad novohispana, recopilada en las Leyes de Indias, los tres siglos de dominación española se caracterizaron por el despojo de la propiedad, la explotación y expoliación de los indígenas, y la concentración de la tierra en manos de los peninsulares. La propiedad comunal de los indios fue objeto de un permanente y sistemático despojo por parte de los conquistadores y colonizadores; al principio mediante las mercedes y repartimientos; después a través de las adjudicaciones, confirmaciones, composiciones, acciones de compra-venta, remates y la usurpación violenta.
En nuestros días es casi impensable este tipo de propiedades de dimensión territorial, mucho más extensas que los paisajes que nuestros ojos son capaces de percibir. El latifundio sólo se puede concebir en un mapa, en la representación abstracta de la geografía y para éste no alcanza la definición coloquial de una propiedad que se extienda “hasta donde alcanza la vista”.
Un ejemplo claro de dicho fenómeno; fueron los planes de Don Luis Terrazas, quien pensaba que sin la existencia de indios bárbaros, sin conservadores y sin invasores que combatir, sus dominios crecerían, amasarían una fortuna incalculable y sus negocios se diversificarían.
Este famoso personaje, fue un destacado político, militar y empresario chihuahuense. Quien participó en la guerra de reforma y la intervención francesa. Además de ser el gobernador del estado de Chihuahua en varias ocasiones, y quien logro convertirse en uno de los más grandes terratenientes del país. Por lo que se le atribuye la frase: "Yo no soy de Chihuahua; Chihuahua es mío". Debido a que era el latifundista más rico que ha existido en la historia de este Estado.
¿QUÉ NEGOCIOS SE DIVERSIFICARÍAN CON EL LATIFUNDISMO?
Este fenómeno surgió con la desamortización y nacionalización de los bienes eclesiásticos, que trajeron como consecuencia las grandes haciendas. Como a consecuencia de que los hacendados compraron y despojaron; a las comunidades y pueblos indígenas de sus tierras, para con ellas formar los grandes latifundios.
En el siglo XIX, se inicia con la guerra de independencia que cambiaría el destino de los habitantes de la Nueva España. A pesar de que esta guerra no se desarrolló en territorio chihuahuense, tuvo ciertas consecuencias para la economía regional, agravándose la situación después de cambios de gobernantes hicieron que la actividad ganadera regional disminuyera.
A mediados del siglo aparece en escena Don Luis Terrazas Fuentes, quien se convertiría en puntal de la ganadería mexicana. Hijo de Juan Terrazas y Petra Fuentes, vecinos de la región de Satevó, nació en Chihuahua en el año de 1829 y para 1859 ya era uno de los terratenientes del Estado.
La primera escritura a su favor data del 7 de enero de 1851, siendo esta la correspondiente a la propiedad heredada de su padre situada en la margen izquierdo del Río Chuvíscar. No se sabe a ciencia cierta cuándo se iniciaron las operaciones en gran escala de Don Luis, pero se cuenta que diez años después de heredar su primera propiedad, ya efectuaba compras considerables de ganado, y como cada cabeza adquirida requería de más terreno para su crianza y desarrollo, fue haciéndose cada día de mayor cantidad de ranchos.
Las veinte haciendas ganaderas que llego a tener Don Luis sumaban un total de dos millones 639 mil 954 hectáreas equivalentes a la novena parte de la superficie total del Estado, aunque se presume que el imperio terracista abarcaba cuatro millones 460 mil cien hectáreas. En cuanto a cabezas de ganado, nadie sabe con exactitud cuántas llegó a poseer. Hay quien dice que fue dueño de un millón de vacunos, ovinos tenía 250 mil y entre caballos, asnos y mulas, sumaban 150 mil cabezas. Los herraderos de becerros en las haciendas de Don Luis Terrazas alcanzaron números cercanos a los 140 mil en un año sin contar los ejemplares de ganado caballar, ovino y porcino. Mención aparte merece la caballada de Don Luis, ya que sus bestias se contaban entre las de mejor sangre del país. A propósito de Don Luis Terrazas, escribió un norteamericano: "La Historia de los imperios ganaderos del mundo, no podría ser mencionada sin nombrar a Don Luis Terrazas.
Chihuahua es quizá el Estado donde se impulso de manera más absorbente el régimen latifundista de la propiedad individual, como consecuencia de la legislación sobre terrenos baldíos y nacionales expropiados. Los particulares y compañías favorecidas con dichas concesiones, tenían derecho a la tercera parte de los terrenos que deslindaron cometiéndose verdaderos despojos contra pequeños propietarios y poseedores enajenados.



